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Innovación en Salud Linfática: Nuevas Estrategias en el Manejo del Linfedema y sus Disregulaciones

Dr. Donovan Ruiz
Especialista en Angiología y Cirugia Vascular
El sistema linfático, a menudo relegado en el estudio de la patología vascular, cumple un papel fundamental en los procesos inflamatorios y en el retorno de líquidos al sistema circulatorio. Tradicionalmente, se ha considerado que la terapia compresiva es suficiente para tratar las alteraciones linfáticas, lo que ha llevado a subestimar su importancia clínica. Sin embargo, en casos como el de una paciente de la tercera edad que presenta edema, eritema y lesiones pustulosas en el miembro inferior, es esencial reconocer la participación del sistema linfático en la fisiopatología del cuadro. Aunque inicialmente se puede diagnosticar celulitis, es necesario profundizar en el análisis para determinar si existen otras alteraciones subyacentes. Comprender que el retorno venoso se realiza en un 90% por el sistema venoso y en un 10% por el sistema linfático permite un enfoque diagnóstico y terapéutico más integral en la atención de estos pacientes.
El estudio del sistema linfático requiere comprender su mecanismo de drenaje, su estructura y su función. Al igual que los vasos sanguíneos, los linfáticos están formados por vasos tubulares, órganos y elementos celulares. En la piel, los capilares linfáticos se localizan en la dermis papilar, donde se agrupan para formar los precolectores, que drenan hacia los colectores superficiales. Además, existen colectores profundos situados por debajo de la fascia. El sistema linfático es unidireccional y presenta estaciones de filtrado en regiones como el hueco poplíteo, las inglés, el abdomen y la cisterna del quilo, hasta desembocar en el complejo yugulo-subclavio, reincorporando la linfa a la circulación sistémica.

Los capilares linfáticos están formados por endotelio fenestrado y entre sus válvulas se encuentra el linfangión, la unidad anatomofuncional responsable de la contractilidad y el flujo linfático. La linfa circula a una velocidad lenta, con un volumen de drenaje diario estimado entre 1.5 y 2.5 litros, lo que representa aproximadamente el 10% del gasto cardíaco. Comprender estos aspectos es fundamental para el diagnóstico y manejo adecuado de las patologías linfáticas, como en el caso de pacientes con celulitis y edema, donde el conocimiento anatómico y funcional del sistema linfático permite un abordaje clínico más preciso.
Cuando existe una alteración en el sistema linfático, ya sea por obstrucción, inflamación o daño estructural, se produce una acumulación de linfa en el intersticio, caracterizada por un edema rico en proteínas. Este tipo de edema incrementa la presión oncótica, lo que favorece la retención de agua y da lugar a un edema frío, duro y no depresible. Es fundamental diferenciar el sistema linfático del venoso y arterial: mientras que el corazón es la principal bomba para las arterias y el músculo de la pantorrilla lo es para las venas, el sistema linfático depende de un flujo unidireccional, lento y con múltiples resistencias.

El daño en el sistema linfático puede llevar al desarrollo de linfedema, que puede ser primario (de origen congénito, por alteraciones como atresia, agenesia, hipoplasia o fibrosis de los vasos o ganglios linfáticos) o secundario (por traumatismos, cirugías, infecciones recurrentes como la celulitis, obesidad o enfermedad venosa crónica avanzada). El linfedema se manifiesta inicialmente como un edema que puede disminuir con la elevación de las extremidades, pero en estadios avanzados se vuelve persistente y puede evolucionar a fibrosis, esclerosis y elefantiasis, con complicaciones como infecciones crónicas, mala cicatrización y papilomatosis.
Por lo tanto, es esencial considerar la funcionalidad linfática en la toma de decisiones terapéuticas y clasificar adecuadamente el grado de linfedema, ya que los pacientes pueden ser asintomáticos en etapas iniciales, pero con el tiempo pueden desarrollar complicaciones severas si no se interviene de manera oportuna.
La hipertensión venosa está estrechamente relacionada con la historia natural de la enfermedad venosa crónica y sus factores de riesgo. La predisposición genética juega un papel importante: si ambos padres presentan enfermedad venosa, la probabilidad de desarrollarla es del 67% en mujeres y del 22% en hombres. En cuanto a la prevalencia, las mujeres presentan una mayor incidencia de patología venosa hasta los 50 años; sin embargo, a partir de esa edad, la prevalencia en los hombres aumenta, igualando o superando a la de las mujeres. Estos datos resaltan la importancia de considerar tanto los antecedentes familiares como el sexo y la edad en la evaluación y manejo de los problemas venosos.

En pacientes con insuficiencia venosa, pueden presentarse daños a nivel de las válvulas venosas y de la bomba muscular, lo que conduce a estasis venosa, aumento de la permeabilidad capilar y fuga de macromoléculas como fibrinógeno y glóbulos rojos. Esto genera daño endotelial, disminución de las fuerzas de deslizamiento y un incremento del edema. Cuando el volumen de líquido excede la capacidad de drenaje linfático, se produce flevolinfedema, que corresponde a estadios avanzados de la enfermedad venosa crónica (C3 en adelante).
En la evaluación de úlceras en miembros inferiores, es fundamental palpar los pulsos arteriales para descartar compromiso arterial, ya que la cicatrización depende de un adecuado aporte sanguíneo. En pacientes con factores de riesgo para enfermedad arterial periférica, como obesidad, diabetes e hipertensión, pueden presentarse úlceras arterioescleróticas, que se caracterizan por ser dolorosas, de bordes necróticos y de difícil cicatrización. Además, la insuficiencia de las venas perforantes, aunque no afecte a las venas principales, puede contribuir al desarrollo de enfermedad venosa crónica.
El abordaje de estos pacientes debe ser multidisciplinario, involucrando a especialistas en medicina interna, infectología y cirugía vascular, para optimizar el manejo y mejorar los resultados clínicos. Es importante diferenciar entre los distintos tipos de infecciones cutáneas: la erisipela afecta la epidermis y la dermis papilar, presentando un eritema brillante y bien delimitado, mientras que la celulitis compromete la dermis reticular y el tejido celular subcutáneo, con bordes poco definidos y menor dolor. En casos más graves, la infección puede progresar a fascitis necrotizante o mionecrosis.
En adultos mayores, las infecciones pueden presentarse de forma atípica, sin fiebre ni eritema, y con exámenes de laboratorio normales, por lo que es necesario apoyarse en marcadores inflamatorios y en la evaluación clínica integral. El objetivo terapéutico es lograr la cicatrización, mejorar la calidad de vida y utilizar racionalmente los antibióticos, trabajando en equipo.

Para el diagnóstico de alteraciones linfáticas, existen estudios invasivos como la linfoangiografía y la linfogammagrafía, aunque su uso está limitado por el costo y la disponibilidad. La resonancia linfática es una herramienta avanzada disponible en algunos centros especializados. Sin embargo, el ecodoppler es una herramienta accesible que permiten identificar signos característicos de linfedema, como el patrón en panal de abejas.
La terapia compresiva es fundamental en el manejo del edema venoso y linfático, ya que reduce el edema, favorece el drenaje y disminuye la inflamación, siendo recomendada especialmente en úlceras venosas según las guías internacionales. No obstante, actualmente no existe un fármaco específico para el tratamiento de la patología linfática, por lo que se emplean terapias complementarias como Lymphomyosot y Traumeel.
Lymphomyosot compuesto por ingredientes de origen vegetal, mineral y animal, se utiliza como coadyuvante en el tratamiento del linfedema debido a su capacidad para estimular los procesos de autorrecuperación, reducir el edema, optimizar la cicatrización y favorecer la resolución de procesos infecciosos e inflamatorios. Su perfil de seguridad es favorable, con escasas contraindicaciones y raras reacciones alérgicas, y no se han reportado interacciones medicamentosas significativas.
En la práctica clínica, la combinación de Lymphomyosot con otros fármacos como traumeel ha mostrado beneficios en la reducción del proceso inflamatorio y en la mejoría clínica de pacientes con linfedema, tanto primario como secundario, especialmente cuando se integra en un abordaje multidisciplinario que incluye terapia compresiva, drenaje linfático y antibioticoterapia.
La experiencia clínica demuestra que el tratamiento integral, más allá de la sola terapia farmacológica o compresiva, es fundamental para lograr mejores resultados en la reducción del edema y la cicatrización de úlceras crónicas.
Ideas principales
- El sistema linfático es fundamental en los procesos inflamatorios y en el retorno de líquidos, pero ha sido subestimado en la patología vascular.
- La terapia compresiva, aunque útil, no es suficiente para tratar todas las alteraciones linfáticas; es necesario un enfoque diagnóstico y terapéutico integral.
- El sistema linfático tiene una estructura compleja, con vasos superficiales y profundos, y un flujo unidireccional lento, lo que lo hace susceptible a obstrucciones y disfunciones.
- El linfedema puede ser primario (congénito) o secundario (adquirido por traumatismos, cirugías, infecciones o enfermedad venosa crónica), y su evolución puede llevar a complicaciones graves si no se trata adecuadamente.
- Es esencial clasificar el grado de linfedema y considerar la funcionalidad linfática en la toma de decisiones terapéuticas.
- La hipertensión y la insuficiencia venosas crónica están influenciadas por factores genéticos, sexo y edad, y pueden contribuir al desarrollo de flevolinfedema.
- El daño venoso y linfático puede llevar a edema, úlceras crónicas y complicaciones infecciosas, por lo que el diagnóstico debe incluir la evaluación arterial, venosa y linfática.
- El abordaje de estos pacientes debe ser multidisciplinario, diferenciando entre los distintos tipos de infecciones cutáneas y considerando las particularidades en adultos mayores.
- El diagnóstico de alteraciones linfáticas puede requerir estudios avanzados, pero el ecodoppler es una herramienta accesible y útil para identificar linfedema.
- La terapia compresiva es fundamental en el manejo del edema venoso y linfático, pero no existe un fármaco específico para la patología linfática.
- Lymphomyosot, de origen vegetal, mineral y animal, se utiliza como coadyuvante en el tratamiento del linfedema, con un perfil de seguridad favorable y beneficios en la reducción del edema y la inflamación.
- La combinación de Lymphomyosot con Traumeel y otras terapias (compresiva, drenaje linfático, antibióticos) ha mostrado mejores resultados clínicos en el manejo integral del linfedema.
- El tratamiento integral y multidisciplinario es clave para la reducción del edema y la cicatrización de úlceras crónicas, superando los resultados de la terapia farmacológica o compresiva aislada.