Highlights 2025
Congreso Internacional
Medicina Biorreguladora de Sistemas
INFLAMACION
Inflamación: Un enemigo oculto y como tratarlo precoz y eficazmente

Dr. Jhann Arturo
Médico Inmunólogo y Cirujano
La inflamación constituye un proceso fisiológico esencial, resultado de la activación coordinada del sistema inmunológico y de múltiples células especializadas ante la presencia de agentes dañinos, infecciones o alteraciones metabólicas. A nivel celular, la inflamación se inicia con el reconocimiento de patrones moleculares asociados a daño o patógenos (DAMPs y PAMPs) por parte de células inmunitarias innatas, como macrófagos y neutrófilos. Estos fagocitan agentes extraños, liberan citoquinas proinflamatorias y radicales libres, y desencadenan una cascada de señales que promueven la vasodilatación, el reclutamiento celular y la activación de vías de señalización intracelular, como NF-κB y MAPK.
En la fase aguda, predominan células mieloides, especialmente neutrófilos, que mediante procesos como la netosis liberan ADN extracelular para atrapar patógenos y facilitan la eliminación microbiana. Posteriormente, los macrófagos fagocitan los restos celulares y neutrofílicos a través de la eferocitosis, liberando citoquinas antiinflamatorias y factores de crecimiento, como el TGF-β, que son fundamentales para la transición hacia la resolución inflamatoria y la reparación tisular.

La inflamación fisiológica, por tanto, no solo elimina el estímulo nocivo, sino que también activa procesos de renovación, reparación y regeneración tisular. En la fase de proliferación y remodelación, los macrófagos adquieren un fenotipo M2 antiinflamatorio, promoviendo la angiogénesis, la síntesis de matriz extracelular y la restauración de la homeostasis tisular. La persistencia de la inflamación, sin embargo, conduce a la cronicidad, caracterizada por la infiltración de linfocitos T y B, la producción sostenida de citoquinas y la pérdida de la capacidad reguladora y reparadora, lo que perpetúa el daño tisular y favorece la disfunción orgánica.

A nivel bioquímico, la inflamación implica la liberación de mediadores como histamina, leucotrienos, prostaglandinas y radicales libres, que modulan la permeabilidad vascular, la quimiotaxis y la activación leucocitaria. La resolución efectiva del proceso inflamatorio depende de la adecuada transición de señales proinflamatorias a antiinflamatorias, la acción reguladora de células mesenquimales y T reguladoras, y la supresión local del sistema inmunológico, permitiendo la maduración y reconstrucción de la matriz extracelular.
En síntesis, la inflamación es un mecanismo dinámico y regulado, indispensable para la defensa, la reparación y la restauración de la homeostasis tisular. Su desregulación o perpetuación, sin embargo, subyace a la patogenia de múltiples enfermedades crónicas, resaltando la importancia de comprender sus bases celulares y bioquímicas para el desarrollo de estrategias terapéuticas eficaces.
El proceso inflamatorio, tanto agudo como crónico, está profundamente regulado por vías bioquímicas derivadas del metabolismo del ácido araquidónico, que incluyen la producción de prostaglandinas (vía ciclooxigenasa), leucotrienos (vía lipoxigenasa) y lipoxinas (vía 12-lipoxigenasa). Estos mediadores lipídicos, junto con citoquinas proinflamatorias como IL-1, IL-6 y TNF-α, orquestan la respuesta inflamatoria inicial, promoviendo la activación y el reclutamiento celular, la vasodilatación, el aumento de la permeabilidad vascular y la quimiotaxis.

A nivel hepático, la señalización de estas citoquinas induce la síntesis de más de 200 reactantes de fase aguda, entre ellos la proteína C reactiva (PCR), la amiloide sérica A, el fibrinógeno y la alfa-1-antitripsina, que cumplen funciones clave en la modulación de la respuesta inmunitaria, la reparación tisular y la limitación del daño. La medición clínica de estos reactantes, especialmente la PCR y la velocidad de sedimentación globular, permite evaluar la magnitud y la cronicidad del proceso inflamatorio, aunque existen otros marcadores menos utilizados, como la procalcitonina y la ferritina, que aportan información adicional sobre la etiología y la fase de la inflamación.
En condiciones fisiológicas, la inflamación es autorregulada mediante la producción de mediadores pro-resolutivos, como lipoxinas, resolvinas y maresinas, derivados del metabolismo del ácido araquidónico y del ácido docosahexaenoico (DHA). Estos mediadores, generados por neutrófilos, plaquetas y células endoteliales, promueven la resolución activa de la inflamación, facilitando la transición de macrófagos al fenotipo M2, la eferocitosis y la restauración de la homeostasis tisular. Sin embargo, el uso prolongado de antiinflamatorios no esteroideos (AINEs), corticoides e inhibidores de leucotrienos puede bloquear no solo la síntesis de mediadores proinflamatorios, sino también la de mediadores pro-resolutivos, dificultando la resolución y favoreciendo la cronicidad.

La inflamación crónica de bajo grado surge cuando persisten estímulos nocivos, como disbiosis, infecciones crónicas, dieta hipercalórica, estrés oxidativo, polución ambiental, alteraciones hormonales y trastornos del sueño, incluso se considera que la inflación comienza in útero, madres obesas hay dan hijos obesos. Este estado se caracteriza por una producción sostenida de citoquinas, la activación continua de células mieloides y linfocitos, y la pérdida de la capacidad de bioregulación inmunitaria, lo que conduce a fibrosis, remodelación patológica de la matriz extracelular y desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), como diabetes, enfermedad cardiovascular, cirrosis, cáncer y patologías neurodegenerativas.
La industrialización ha generado un aumento significativo de la polución ambiental, fenómeno que afecta a Latinoamérica y se asocia no solo a enfermedades físicas, sino también a trastornos mentales como la depresión. Aunque la exposición ambiental es difícil de controlar, existen estrategias clínicas y de estilo de vida que pueden mitigar sus efectos sobre la inflamación crónica de bajo grado.
Desde el punto de vista clínico, la inflamación crónica de bajo grado se manifiesta a través de síntomas inespecíficos como dolor corporal, fatiga, insomnio, alteraciones del ánimo, trastornos gastrointestinales, aumento de peso e infecciones recurrentes. La presencia de al menos tres de estos síntomas debe alertar sobre la necesidad de intervención. Bioquímicamente, este estado se caracteriza por la elevación de marcadores como la proteína C reactiva ultrasensible, hipoalbuminemia, gamapatía policlonal, aumento de fibrinógeno, amiloide sérico alfa y, en algunos casos, procalcitonina, incluso en ausencia de sepsis. Estas alteraciones reflejan la persistente síntesis de citoquinas proinflamatorias (IL-1, IL-6, TNF-α) y la activación endotelial y depositaria, contribuyendo al riesgo cardiovascular, diabetes, obesidad y enfermedades arterioscleróticas.

El abordaje terapéutico debe priorizar la modificación de hábitos de vida: mejorar la calidad de la dieta, incrementar el consumo de alimentos antiinflamatorios (frutas, vegetales, fibra, frutos secos, té verde, cúrcuma, aceites vegetales y omega-3), reducir el consumo de azúcares y grasas saturadas, evitar el uso excesivo de antibióticos, antiácidos, analgésicos y AINEs, y fomentar la actividad física regular, el control del peso, el sueño adecuado y la reducción del estrés. Además, las terapias mente-cuerpo (acupuntura, meditación, yoga, thai chi) han demostrado eficacia en la reducción de la inflamación sistémica y la hipertensión.
La evidencia científica, respaldada por organismos como el NIH y el NCBI, subraya la importancia de estas intervenciones no farmacológicas y nutricionales en la prevención y el manejo de la inflamación crónica de bajo grado, contribuyendo a la reducción del riesgo de enfermedades crónicas no transmisibles y mejorando la calidad de vida de la población expuesta a los desafíos de la modernidad.
El reciente artículo publicado en Nature sobre envejecimiento saludable destaca que la longevidad y la calidad de vida en la vejez están fuertemente influenciadas por factores dietéticos y ambientales. El consumo elevado de grasas trans, carnes procesadas, sodio y alimentos ultra procesados se asocia con mayor mortalidad en adultos mayores, mientras que una dieta rica en frutas, vegetales, pescado, pollo y nueces favorece la longevidad y la sobrevida saludable, como lo demuestra una cohorte de 126,000 pacientes.
En el contexto de la inflamación crónica de bajo grado, la evidencia respalda el uso de micronutrientes como magnesio, vitaminas C, D y E, zinc y selenio, así como fitonutrientes presentes en plantas como jengibre, cúrcuma y herpagophytum, todos ellos con propiedades antiinflamatorias. Las guías clínicas también recomiendan la metformina y las estatinas en pacientes con hiperglicemia y dislipidemia, respectivamente, por su capacidad para reducir mediadores inflamatorios como TNF-α, IL-1β y PCR. Sin embargo, el uso prolongado de corticoides y AINEs es limitado, ya que pueden interferir con la resolución fisiológica de la inflamación.

En este escenario, la medicina biorreguladora ofrece alternativas innovadoras y seguras. Lymphomyosot es el producto de elección para el drenaje linfático y la modulación de la inflamación crónica, actuando sobre el perfil de citoquinas proinflamatorias y facilitando la detoxificación sistémica. Hepeel se recomienda en casos de disfunción hepática, con evidencia de cito protección y reducción del daño nuclear, mientras que Coenzyme compositum y Ubichinon compositum han demostrado utilidad en el síndrome metabólico, la disfunción endotelial y la esteatosis hepática, mejorando la función mitocondrial y la bioenergética celular.
Para la modulación directa de la inflamación, Traumeel representa una opción terapéutica avanzada. Este medicamento multicomponente, formulado en microgramos, promueve la eferocitosis, estimula la producción de mediadores pro-resolutivos y acorta el intervalo inflamatorio, favoreciendo la reparación tisular sin los efectos adversos renales de los AINEs. Estudios clínicos y experimentales han demostrado que Traumeel reduce el amiloide sérico alfa y modula la inflamación de manera pro-resolutiva, siendo indicado en pacientes con inflamación crónica, daño arteriolar, angina de pecho o antecedentes de eventos isquémicos.
la integración de productos biorreguladores como Lymphomyosot, Hepeel, Coenzyme compositum, Ubichinon compositum y Traumeel, junto con intervenciones nutricionales y de estilo de vida, constituye una estrategia científica y segura para el control de la inflamación crónica, la promoción de la reparación tisular y la consecución de un envejecimiento saludable.
Ideas principales
- La inflamación es un proceso fisiológico esencial y dinámico, mediado por la activación de células inmunitarias como macrófagos y neutrófilos, que liberan citoquinas proinflamatorias y radicales libres, desencadenando cascadas bioquímicas que permiten la defensa, reparación y regeneración tisular. Sin embargo, su perpetuación conduce a la cronicidad y al desarrollo de enfermedades no transmisibles.
- El control bioquímico de la inflamación implica la regulación de mediadores derivados del ácido araquidónico (prostaglandinas, leucotrienos, lipoxinas) y citoquinas (IL-1, IL-6, TNF-α), así como la síntesis hepática de reactantes de fase aguda (PCR, amiloide sérica A, fibrinógeno). La medición de estos marcadores permite evaluar la magnitud y la fase del proceso inflamatorio.
- El uso prolongado de AINEs y corticoides puede interferir con la resolución fisiológica de la inflamación, bloqueando la síntesis de mediadores pro-resolutivos y favoreciendo la cronicidad. Por ello, se recomienda limitar su uso y priorizar estrategias que promuevan la resolución activa del proceso inflamatorio.
- La medicina biorreguladora ofrece alternativas innovadoras y seguras para el manejo de la inflamación crónica. Productos como Lymphomyosot facilitan el drenaje linfático y modulan la inflamación sistémica, mientras que Hepeel aporta cito protección y detoxificación hepática, y Coenzyme compositum y Ubichinon compositum mejoran la función mitocondrial y la bioenergética celular, siendo útiles en síndrome metabólico y disfunción endotelial.
- Traumeel destaca como un modulador avanzado de la inflamación, promoviendo la eferocitosis, estimulando la producción de mediadores pro-resolutivos y acortando el intervalo inflamatorio, lo que favorece la reparación tisular sin los efectos adversos de los AINEs. Su uso está indicado en inflamación crónica, daño arteriolar, angina de pecho y eventos isquémicos.
- La integración de productos biorreguladores (Lymphomyosot, Hepeel, Coenzyme compositum, Ubichinon compositum y Traumeel) con intervenciones nutricionales y de estilo de vida (dieta antiinflamatoria, ejercicio, control del peso, reducción del estrés y terapias mente-cuerpo) constituye una estrategia científica, segura y eficaz para el control precoz de la inflamación crónica, la promoción de la reparación tisular y la consecución de un envejecimiento saludable.